Antes de lavar:
- Prelavado: Retira los restos grandes de comida de los platos antes de ponerlos en el lavavajillas. Esto evitará que el detergente tenga que trabajar más duro y se consuma más rápido.
- Carga adecuada: No sobrecargues el lavavajillas. Los platos necesitan espacio para que el agua y el detergente circulen libremente y puedan limpiar de manera efectiva.
Durante el lavado:
- Detergente correcto: Utiliza la cantidad de detergente recomendada por el fabricante de tu lavavajillas. Añadir más no siempre significa una limpieza más profunda y puede generar residuos.
- Programa adecuado: Selecciona el programa de lavado adecuado según el tipo de suciedad de los platos. Un ciclo más corto y con menos agua puede ser suficiente para platos poco sucios.
- Sal y abrillantador: No te olvides de rellenar el compartimento de la sal y del abrillantador. Estos productos ayudan a optimizar el funcionamiento del lavavajillas y a obtener un resultado final brillante.
Después del lavado:
- Mantenimiento: Limpia regularmente los filtros del lavavajillas para evitar obstrucciones y asegurar una buena circulación del agua.
- Secado natural: Abre la puerta del lavavajillas al finalizar el ciclo para permitir que los platos se sequen al aire. Esto puede ayudar a reducir las manchas de agua y ahorrar energía.
Consejos adicionales:
- Agua caliente: El agua caliente activa el detergente y mejora su eficacia. Asegúrate de que la entrada de agua a tu lavavajillas esté configurada a una temperatura adecuada.
- Tipo de detergente: Existen diferentes tipos de detergentes para lavavajillas, elige uno que se adapte a tus necesidades y al tipo de agua de tu zona.
- Revisa los platos: Antes de guardar los platos, verifica que estén completamente limpios y secos. Si encuentras algún resto de comida o mancha, vuelve a lavarlos.
Siguiendo estos consejos, podrás optimizar el uso de tu detergente y disfrutar de unos platos impecables sin desperdiciar nada.