miércoles, 3 de diciembre de 2025

¿Sin Hogar? Lo Que los Gatos Callejeros de Francia Nos Enseñan Sobre la Pertenencia


1.0 Introducción: El Gato de la Esquina

Es una imagen familiar en cualquier ciudad: un gato te observa desde la esquina de un callejón, alerta y autosuficiente. Al verlo, es fácil pensar que está perdido o que es un animal “sin hogar”. Pero, ¿es realmente así? ¿O es nuestra definición de “hogar” demasiado estrecha, demasiado humana?

Este artículo explora las sorprendentes lecciones que nos ofrecen los “gatos libres” (Chats Libres) de Francia. Su estatus legal y su forma de vida en el tejido urbano desafían nuestras ideas preconcebidas sobre el hogar, la libertad y la comunidad. Lo que descubrimos no solo redefine nuestra relación con los animales, sino también la naturaleza de la ciudad que compartimos con ellos.

2.0 Lección 1: La “libertad” no es gratuita: es un contrato político

En Francia, el concepto de Chat Libre (“gato libre”) es un estatus legal que protege a los gatos callejeros de ser capturados y sacrificados. En lugar de ser considerados una plaga, se les reconoce como habitantes legítimos del paisaje urbano.

Sin embargo, esta libertad tiene un precio y viene con condiciones. Para obtener el estatus de “libre”, un gato debe ser capturado, esterilizado, vacunado, identificado mediante un tatuaje en la oreja y registrado bajo la tutela de una organización o municipio. Esta práctica, conocida internacionalmente como Captura-Esterilización-Retorno (TNR, por sus siglas en inglés), es la base de su protección. Para 2021, aproximadamente 230,000 gatos tenían el estatus de Chat Libre en Francia, de un total estimado de seis a siete millones de gatos callejeros en todo el país.

Este estatus les otorga una forma de lo que los teóricos llaman “residencia-compañera” (companion-denizenship). Son tratados como “residentes” urbanos con derecho a existir, pero no como ciudadanos plenos. Se les permite vivir entre nosotros, pero sus vidas, y en particular su capacidad reproductiva, quedan bajo un estricto control humano.

Aquí radica la paradoja: nuestro intento de otorgarles libertad impone simultáneamente un profundo nivel de gobierno y control sobre sus cuerpos. Su autonomía está condicionada a nuestra gestión, revelando que en la ciudad moderna, incluso la libertad animal es un contrato político. Este contrato es el primer paso en un complejo proceso de intervención, cuyas profundas complejidades morales exploraremos a continuación.

3.0 Lección 2: Los gatos no son solo habitantes, son co-creadores de la ciudad

En lugar de ver a los gatos callejeros como elementos pasivos o “fuera de lugar” en el entorno urbano, la investigación etnográfica nos muestra que son agentes activos que dan forma a la vida de la ciudad y participan en ella en sus propios términos.

Dos ejemplos de Francia lo ilustran perfectamente. Pilou, un gato de Arlés, no pertenecía a nadie pero era conocido por todos. Por las mañanas, hacía su ronda por los cafés y tiendas locales, e incluso dormía en los escaparates de las librerías, atrayendo a los clientes. Se negaba a ser capturado y solo interactuaba cuando él lo decidía, lo que generaba un profundo cariño entre los vecinos.

Por otro lado, Myrtille, una Chat Libre de Paradou, era una querida integrante de la comunidad. Aunque estaba registrada y protegida, no vivía en una sola casa. Visitaba los jardines de varios residentes, descansando donde le placía. Era parte de la comunidad, saltando a los árboles cuando algunos perros no querían interactuar con ella, pero mostrándose muy amistosa con aquellos que sí la saludaban. La comunidad le hacía espacio, cuidaba sus lugares favoritos e incluso le dejaba juguetes.

Tanto Pilou como Myrtille demuestran que los gatos desafían las dicotomías simples que usamos para organizar nuestro mundo: dentro/fuera, doméstico/salvaje, limpio/sucio. Ellos crean su propia versión del “hogar” dentro del tejido urbano, un hogar que es móvil, relacional y definido por la comunidad, no por cuatro paredes. Esta perspectiva nos obliga a ver la ciudad no como un espacio exclusivamente humano, sino como un entorno multiespecie que co-creamos y compartimos.

4.0 Lección 3: El acto de salvar puede reforzar los mismos sistemas que cuestionamos

Para entender la complejidad de “salvar” a un gato callejero, es útil recurrir al concepto de “nuda vida” del filósofo Giorgio Agamben. La “nuda vida” se refiere a una existencia que puede ser eliminada sin consecuencias legales o sociales. Un gato callejero no identificado existe en este estado; legalmente, puede ser sacrificado.

Al realizar el proceso de TNR, activistas como Suzanne y Yannick sacan a los gatos de un estado de “nuda vida”, donde pueden ser eliminados con impunidad, y los introducen en la “máquina antropológica” de Agamben. Pero este mismo acto de salvarlos los obliga a convertirse en agentes de control biopolítico. Su inclusión en el sistema legal y social se produce a costa de su esterilización y vigilancia, y son los activistas quienes deben tomar decisiones sobre qué animales son sacrificados por el “bien común” y gestionar la reproducción de toda la población.

Los activistas por los derechos de los animales viven esta tensión a diario. Suzanne, directora de una “École du Chat Libre”, describe el estrés emocional de tomar decisiones difíciles, como practicar la eutanasia a ciertos animales enfermos para proteger a la población más grande. También relata la hostilidad pública que enfrentan, como la destrucción deliberada de los refugios o “casetas” para gatos que instalan. Como ella misma señala de forma contundente:

A la gente no le gusta que los gatos puedan hacer lo que quieran. Quieren que las cosas estén en orden, que los animales estén en casa, como compañeros, o en el plato, pero no en las calles.

Yannick, un joven activista, ejemplifica este conflicto. Su sueño de infancia era construir el refugio más grande de Francia, pero la realidad de las presiones financieras y logísticas lo ha obligado a reducir sus ambiciones. Se enfrenta a la difícil gestión de enfermedades contagiosas como la coriza y el tifus, que se propagan fácilmente. También debe lidiar con gatos que tienen problemas neurológicos, haciéndolos impredecibles y no adoptables, pero se resiste a la eutanasia a menos que sea absolutamente necesario. La realidad es que incluso los esfuerzos mejor intencionados pueden quedar atrapados en un ciclo de control, reforzando la idea de que la vida animal solo es valiosa cuando está gestionada y contenida por los humanos.

5.0 Conclusión: Repensando el hogar para todos

Nuestra relación con los gatos urbanos es un espejo que refleja las limitaciones de nuestras propias construcciones culturales, especialmente la idea de un “buen hogar”. Los Chats Libres de Francia nos demuestran que el hogar no tiene por qué ser un espacio fijo, privado y controlado. Puede ser fluido, móvil y estar basado en el cuidado comunitario en lugar de en la propiedad privada.

Estos animales nos enseñan que pertenecer a un lugar no requiere un título de propiedad ni vivir puertas adentro. Ellos habitan la ciudad de una manera que nosotros, con nuestras rígidas definiciones, a menudo no logramos comprender.

La próxima vez que veas a un gato mirándote desde un callejón, ¿qué verás? ¿Un problema que resolver o un ciudadano de una ciudad mucho más compleja y salvaje de lo que imaginamos?

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